
El jardín vertical
El origen de los ya famosos jardines verticales se da en el París de 1988 cuando el botánico Patrick Blanc presenta en la Ciudad de las Ciencias y de la Industria el primer muro vegetal. A partir de entonces, se ha ido estudiando y mejorando el sistema requerido por estas paredes verdes. Estos muros se desarrollan únicamente con agua y nutrientes, sin tierra, para lo que es necesario crear todo un ecosistema en el lugar en que va a ser instalado estudiando su biología y estructura.
Los acabados estéticos y sistemas estructurales son muy variados, desde la superposición de maceteros, a los paneles, geomallas, líneas, etc. Lo importante es hacer un buen diseño y desarrollar su correcta instalación para que el coste de mantenimiento pueda ser el menor posible, incluso coste cero.
Estos muros verdes se dan gracias a la capacidad de las plantas de desarrollarse en condiciones verticales. La correcta selección de las plantas, el control de los nutrientes, la elección del sustrato y la vigilancia del ph son aspectos básicos para su supervivencia.
Aunque sean elementos que requieren una inversión inicial, las ventajas de los jardines verticales son muchas. Su valor estético y artístico es indudable, pero además la producción de oxígeno es elevadísima, así como la filtración de gases, polvo o metales pesados. Asimismo, su instalación puede aumentar el valor del inmueble en casi un 15%.
Desde edificios institucionales, terrazas, balcones, fachadas de vivienda… Un jardín vertical puede tener muchas escalas, presupuestos, aspectos estéticos, etc. Solo es necesario un correcto estudio previo, una acertada elección de las plantas y una eficiente estructura.